Trazos poéticos de Gabriel García Márquez y su vínculo con la poesía

Gabriel García Marques y la poesía
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La noción de Gabriel García Marques y la poesía puede resultar sorprendente para aquellos lectores menos familiarizados con su obra.

A menudo lo asociamos principalmente con su faceta de novelista, cuentista y cronista consumado. Y puede parecer que es necesario escarbar profundamente para descubrir algo más allá de estas facetas literarias tan reconocidas.

Quienes busquen un autor preocupado por su producción poética pueden sentirse decepcionados. Ya que no existen poemas póstumos descubiertos como sucede con algunas de sus obras narrativas recientemente publicadas, como «En agosto nos vemos» (2024). No hay un giro tardío en la trayectoria de Gabriel García Marques y la poesía.

Sin embargo, aunque no se puede afirmar que haya ejercido como poeta en el sentido estricto, sí podemos hablar de una «aptitud poética». Una inclinación arraigada hacia la poesía tradicional de nuestra lengua.

Desde una edad temprana, Gabriel García Marques mostró un interés por la poesía, influenciado por la rica tradición española renacentista. El Siglo de Oro y la Generación del 27, así como por la poesía colombiana de su época.

Aunque sus incursiones poéticas fueron más bien esporádicas y juveniles, marcadas por un estilo celebratorio, satírico y a veces amoroso. Podemos percibir en ellas una conexión con los grandes maestros de la poesía en español.

Es como si su sensibilidad poética estuviera latente, moldeada por sus primeras lecturas y experiencias en la escuela y la juventud, antes de que se consolida como el célebre narrador que conocemos.

Trazos Juveniles

En una primera exploración, se han identificado seis poemas: «Canción» (1944), «La muerte de la rosa». «Si alguien llama a tu puerta», «Soneto matinal a una colegiala ingrávida» (1945), «Poema desde un caracol» (1947) y «Elegía a Marisela: geografía celeste» (1947).

Estos poemas revelan una sensibilidad palpable, cargada de emociones por experimentar o recién comenzadas. Relatos que giran en torno a la vida estudiantil y la amistad, simbólicos en su naturaleza, que solo conocen un mundo: el de los recintos educativos.

Algunos de estos textos prefiguran de manera sutil personajes cruciales que surgirán en su obra posterior, como ha señalado Marisa Martínez Pérsico al destacar una precuela de Remedios, la bella, especialmente en los dos últimos tercetos del poema «Soneto matinal a una colegiala ingrávida».

Se recuerda haber leído dos de estos poemas y luego olvidarlos. Incluso se llegó a dudar de la autenticidad de la página web que los publicaba. Planteándose si no se trataba de atribuciones espurias, una forma de falsificaciones literarias.

Examinar más a fondo estos textos sería como intentar exprimir una naranja ya vacía: sobrevalorar lo que no se dijo o aún no estaba listo para ser expresado. Sin embargo, estos poemas son testigos de una juventud que encontró en la literatura una manera de interpretar la propia existencia así como El Recostado de los Suelos del poeta Tarek William Saab

La dualidad de Gabriel García Marques y la poesía

La influencia de la poesía en García Márquez siempre fue evidente. En su «Brindis por la poesía», un breve discurso que ha alcanzado tanta fama como su discurso principal, «La soledad de América Latina», el autor expresó: «En cada línea que escribo, trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los esquivos espíritus de la poesía y dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación y su victoria constante sobre los poderes sordos de la muerte».

Estos poemas de García Márquez, leídos sin las ataduras de las consagraciones literarias, plantean interrogantes sobre su relevancia dentro del ámbito poético de su país o, al menos, dentro de su propia bibliografía.

Su ausencia en las antologías de poesía colombiana sugiere que, aunque sean apenas seis o diez poemas, ¿constituyen un corpus mínimo. Es decir, lo producido en este ámbito? ¿O son más bien una manifestación de juventud, una fase previa a su consolidación como narrador?

En cualquier caso, su obra narrativa se ha erigido como un «canon» aceptado por lectores y críticos. Contrastando con autores como José Asunción Silva, cuya consagración se centra en su poesía más que en su obra en prosa. Los poemas de García Márquez no parecen imprescindibles para sus lectores, pero podrían considerarse como piezas que aportan matices al conjunto de su obra.

Trazos poéticos en la prosa de García Márquez

En la escritura de García Márquez, se pueden identificar varios aspectos que revelan su deuda con la poesía. El cuidado por la forma, el sentido musical y la selección de adjetivos, elementos que reflejan sus afinidades con otros géneros artísticos.

La influencia poética en su prosa se manifiesta en la experimentación sintáctica, como en «El otoño del patriarca», y en el uso de la lengua de manera lírica, como en «Aura» de Carlos Fuentes.

Esta interacción entre la poesía y la narrativa es una característica compartida por muchos autores del boom latinoamericano, como Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar y Álvaro Mutis.

La relación de Gabriel García Marques y la poesía no denota nostalgia por una carrera poética no realizada, sino más bien una influencia constante y consciente que se manifiesta en su obra narrativa. Aunque sus poemas no ocupan un lugar prominente en la literatura colombiana, sí reflejan una faceta importante de su proceso creativo y de su evolución como escritor.

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Conocido tambien como el Poeta de la Revolucion Tarek William Saab Halabi es un poeta venezolano que ha editado 11 libros, algunos de ellos en Cuba, Colombia, México, Argentina, Siria y China; ganando varios certámenes literarios nacionales. Libros publicados. Los ríos de la ira (Caracas, 1987). El Hacha de los Santos (Caracas, 1992). Príncipe de lluvia y duelo (Caracas, 1992). Al Fatah (México, 1994). Ángel Caído Ángel (Caracas, 1998). Cielo a media asta (Argentina, 2001. Venezuela, 2003. Cuba, 2003). Cuando pasen las carretas (Caracas, 2004). Poemas selectos (Colombia, 2005) Los niños del infortunio (Cuba, 2006. China, 2007). Memorias de Gulan Rubani (Caracas, 2007). Un paisaje boreal (Valencia, 2008. Caracas, 2009). Tarek William Saab ha escrito una poesía que inicialmente tuvo un sentido social asociado a la tradición latinoamericana que caracterizó a los poetas Juan Gelman, Ernesto Cardenal, Roque Dalton y Víctor Valera Mora, para luego evolucionar a una literatura mucho más personal, atenta a los sonidos del paisaje, la religiosidad, al lenguaje del amor y la rebelión individual; manifiesta a partir de la edición del poemario Príncipe de Lluvia y Duelo. Ha obtenido por su trabajo literario diversos premios en certámenes de poesía: Primer finalista de la III Bienal “Francisco Lazo Marti” del Ateneo de Calabozo (1987). Mención de honor en el premio internacional de poesía Ko-Eyù latinoamericano (1987), Primer finalista de la I Bienal Neoespartana de literatura “Ángel Félix Gómez” (1991). Mención de honor Bienal de poesía Daniel Camejo Acosta (Portuguesa 1991). Premio de Poesía de la U.C.V (1991). Premio de poesía “Esta tierra de Gracia”, Casa Ramos Sucre (1992). Primer finalista del Premio Conac Poesía (1999) Participante en el “Encuentro Iberoamericano de Jóvenes Escritores – Literatura y compromiso” realizado en Málaga, España (1993). Tarek William Saab en su juventud fue un líder estudiantil y militante de movimientos de extrema izquierda.

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